Vivir un año escolar en Canadá es mucho más que estudiar en un High School: es encontrar un segundo hogar. Es llegar con nervios y marcharte con una familia que te lleva en el corazón. Es reír en otro idioma, emocionarte con cada descubrimiento y sentir que perteneces, incluso estando lejos. 

Desde compartir cenas con tu familia anfitriona, hasta maravillarte con los paisajes que solo Canadá puede ofrecer, esta experiencia transforma tu forma de ver el mundo… y de verte a ti mismo.

Para muchos estudiantes, esta experiencia se convierte en una de las más mejores experiencias de su vida, no solo por lo que aprenden en clase, sino por los lazos que crean en casa.

Una segunda familia, un nuevo hogar

Cuando decides hacer un año escolar en Canadá, una de las partes más emocionantes (y a veces, la más incierta) es conocer a tu familia anfitriona. Pero no te preocupes: estas familias son cuidadosamente seleccionadas y están preparadas para ayudarte a integrarte desde el primer día.

Tu familia anfitriona te abre las puertas de su hogar con la ilusión de compartir su día a día contigo. Cocinan contigo, te incluyen en sus actividades familiares y te ayudan a adaptarte a tu nuevo entorno. En poco tiempo, lo que parecía una casa ajena se convierte en tu lugar seguro, donde puedes reír, aprender y sentirte acompañado.

Rutinas, costumbres y momentos únicos

Una de las mejores cosas de vivir con una familia anfitriona en Canadá es que te permite conocer las costumbres locales desde dentro. Desde desayunar pancakes con miel de maple hasta celebrar el Día de Acción de Gracias en octubre, con cada nuevo día, el mundo te invita a explorar un poco más.

Además, vivir con una familia canadiense te da una ventaja enorme para mejorar tu inglés. Al convivir con hablantes nativos, aprenderás expresiones cotidianas y entenderás mucho mejor el idioma… sin darte cuenta. Lo mejor: lo harás mientras compartes películas en casa, haces excursiones o preparas una receta tradicional.

También es común que te involucren en la vida del vecindario, en actividades deportivas o en eventos escolares. Y tu familia anfitriona estará ahí para animarte, ayudarte a resolver dudas y celebrar contigo cada logro.

Un antes y un después en tu vida

Al final del año escolar en Canadá, muchos estudiantes aseguran que la relación con su familia anfitriona fue lo más especial de toda la experiencia. Algunos mantienen el contacto durante años y consideran a sus host parents como una segunda familia para siempre.

Más allá del crecimiento académico, convivir con una familia local te enseña valores como la empatía, la adaptación, la gratitud y el respeto por otras culturas. Es una lección de vida que no se aprende en un aula, sino en una cocina, en el sofá del salón o durante una caminata familiar en otoño.

¿Estás listo para vivir tu propia aventura en Canadá?

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